Centro al Área: Universitario es el campeón (Por: Nestor Díaz)

  Es la esperada, anhelada final de la Liga 1 – 2023, nada más sabroso que el clásico del fútbol peruano; disputado en partidos de ida y vuelta. La primera…
Columnista invitadoFútbol Peruano

 

Es la esperada, anhelada final de la Liga 1 – 2023, nada más sabroso que el clásico del fútbol peruano; disputado en partidos de ida y vuelta. La primera batalla se dio cita en el Monumental de Ate que, abrió sus calles aledañas para armar el baile a ritmo de festejo. Universitario de Deportes la guardó la pelota sólo para ellos, con un dominio casi total de las acciones. Por su parte, Alianza Lima se rezagó en la defensiva con cortes a la medida del match; deliraban un contragolpe por sus habilidosos extremos. Aterrizan los ataques al arco blanquiazul, en varias intervenciones Alex Valera la pierde, la manda afuera.

– ¡Ya estás como Mendoza oe!, un hincha furioso reclama sin respuesta, ¡te pagan para hacer goles, perdí mi apuesta del primer tiempo!

El bendito gol merengue se dibujó luego de un polémico penal «mano del pirata Barcos», sobre los 63 minutos que, en esta oportunidad Valera no perdonó. Los de Fossati arremetían con todas sus armas, sin embargo; esas armas ya no contaban con cartuchos, disparaban al vacío, a la nada. Es donde, el haz bajo la manga de Larriera le rindió frutos; Gabriel Costa ingresa con hambre, para oxigenar el medio sector. Cuando el primer lance emitía sus últimos latidos, jugada perfecta y Costa define con categoría; empate para los victorianos (1 – 1). Se «apagó las luces» del Monumental, todo se define en Matute.

Cinco, son las finales nacionales que han disputado los compadres a lo largo de la historia. A la Victoria se lo llevaron las dos originarias copas, mientras que las tres últimas se lucen en Ate. La inicial final fue un primero de noviembre, allá en la primavera de 1928, una definición de desempate; donde el conjunto blanquiazul tocó la gloria con un marcador de 2 – 0. Claro está, que la historia no juega en estas instancias, cada encuentro es único y es la belleza que nos obsequia el fútbol.

El templo de Matute nos recibe en la gran final. El cielo se tiñe de una nueva gris, una hora antes de la batalla, como si llovería goles más tarde. Sólo fue un preludio de lo que iba acontecer. Mauricio Larriera sorprende, improvisa en una final, con tres en el fondo y relega a dos de los mejores extremos de suelo patrio (Bryan Reyna y Zanelatto). Gol de vestuario apenas a los 3 minutos de iniciada la gran final, «orejas» Flores la clava de cabeza ante un Campos impávido. Este tanto se genera por la pasividad en la marca del lado izquierdo de la defensa aliancista. «La nieve» lanzada al aperturar aún no se sacudía de la hinchada, y muchos entraban como alfileres al recinto, pero el tablero ya anunciaba el 1 a 0.

– ¡La fregaste con esa formación!, grita mi amigo, al mismo tiempo que rompe los blancos globos de un patrocinador, ¡estamos jugando a la uruguaya, quemas dos nueves para nada! Y el otro fan que había perdido su apuesta anterior, la triplica.

El trámite del match es pelota de los cremas, la bajan, la dominan, tocan a raz de cancha. Los íntimos la intentan con Barcos como referencia, sin suerte alguna. En la segunda parte, del lado de la tienda victoriana ingresa Reyna y Costa, ya había «debutado» Zanelatto. Es notorio el vértigo en la ofensiva. Fossati, al igual mueve su once más tarde. Aldo Corzo – el único futbolista en cancha que, vistió las dos camisetas en su carrera – arenga a sus compañeros que se trasladen hacia arco contrario, que continúen tocando como en casa. Y eso se concreta, la U prosigue en la ofensiva con centros a ras del césped que solicitan permiso para acariciar la red. Al momento que la tiene Reyna o Zanelatto, las cuatro tribunas de pie palpitan su nombre.

Universitario para esta final de vuelta, sí que fulmina con cartuchos suficientes para mantener la ventaja. Horacio Calcaterra, con un singular disparo de fuera del área – a los 82 minutos – sella el marcador, el gol del campeonato (2 – 0). Entre trifulcas y bengalas al campo, Ordóñez pita el final, ¡Universitario se corona campeón! Apagón en el estadio victoriano, hecho inédito. El subcampeonato blanquiazul le deben al «chicho» salas ya que, el experimentado entrenador Jorge Fossati se lo comió vivo a Mauricio Larriera. Barcos y compañía abrazan a los cremas, una acción para aplaudir, mientras los merengues celebran a oscuras y un túnel iluminado los conduce a su estadio para levantar, y besar la copa. En Ate se instala la celebración hasta el lunes. ¡Centro al área y tu tienes el balón!

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